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¿Dios es… Madre?

Si me permitís, os voy a presentar mi propia teoría de la creación del mundo: Dios hizo el día, la noche, el cielo, la tierra, los mares, las plantas y los animales. Luego creó al hombre, y por último la mujer. Y aunque muchos piensen que ella fue la que sacó al hombre del paraíso, ¡en realidad fue ella la que gestionó qué hacer y cómo hacer en este paraíso para sacarle el mayor provecho! Hasta supo cómo procrearse para generar más mano de obra. Por eso Dios descansó… ¡ya tenía representante en la Tierra! Una madre…

Seguramente alguna vez habrás oído: “¡ …porque soy TU MADRE y punto!”

No sé a vosotros cómo os sonaría eso, pero desde luego en mi infancia oír eso era como sentenciar el final (o el principio) de algo: ya fuera una orden que acababa de dar y que debía ser cumplida por encima de todas las cosas, o una justificación más que contundente para una acción ya realizada. En mi casa, lo que decía mi madre “iba a misa”.

Pero era así tanto para lo bueno como para lo malo. Mi madre era la única que encontraba SIEMPRE las cosas, la que sabía solo de mirarnos cuánto teníamos de fiebre, o quién había roto el jarrón, o si mentíamos o no… Era policía, enfermera, bombera, cura, maestra, psicóloga y tantas otras cosas más a la vez. ¿Súper poderes? No. Solo tenía una súper intuición y un súper amor de madre.

La Madre que protege y cuida

Y de AMOR no solo mi madre es la experta, sino que creo que les pasa a todas las madres. Pueden cometer más o menos fallos, pero ese amor INCONDICIONAL es su sello, su marca registrada. Esa entrega total y absoluta que hace con que luchen por sus hijos contra dragones, que perdonen una y otra vez, que protejan y cuiden a sus hijos física y emocionalmente. Eso es lo que hace con que una mujer llegue a experimentar ese sentimiento tan divino que las hace especiales. 

Toda mujer con el súper poder de madre adquirido desarrolla unas capacidades protectoras impresionantes e incomparables, además de una capacidad de amar como ningún otro ser vivo. Tanto es así, que siempre que se quiere hacer referencia a esas cualidades, se habla de la Madre.

Cuando hablamos de la Madre Tierra lo hacemos para resaltar ese cuidado que el planeta tiene con la humanidad, esa cualidad de “darlo todo” por el hombre. Porque una madre se priva de su propia necesidad para satisfacer a las de un hijo.

De la misma forma, el propio Jeshua le dio siempre un protagonismo especial a las madres, pues siempre mencionaba a su Padre como “Padre-Madre”.

“Se ha enseñado a este pueblo que el hombre fue creado antes que la mujer… pero si te digo que la mujer vio el día antes que el hombre, ¿me creerías? Si te digo que es mi Madre, que forma uno solo con mi Padre, la matriz de todo, ¿me creerías también?”

El testamento de las tres Marías, de Daniel Meurois

De la misma forma, Chantal Dumont nos anima a tratarnos a nosotros mismos como nuestras propias madres, mimándonos, aceptándonos, cuidándonos:

Cuando os sentís tristes, permitiros sentir vuestra vulnerabilidad, como si fuerais una frágil flor bajo la lluvia. Convertiros en una madre que os acompaña, que os consuela, os apoya y os ofrece su maravillosa compasión. Si no tenéis costumbre de interpretar el papel de madre hacia vosotros mismos, imaginad una hembra animal que se ocupa de sus pequeños durante una sesión de limpieza y sentid vuestro instinto maternal; está aquí, en vosotros, volvedlo a encontrar y tomaros en vuestros brazos, tocaros vuestros brazos, vuestra cara y deciros palabras dulces y reconfortantes.

Así que… en este Día de la Madre, solo podemos desear una cosa: ser tan “madres” como ellas: con los demás y con nosotros mismos, sintiendo ese AMOR INCONDICIONAL que tanto las caracteriza.

Equipo Isthar Luna-Sol