Entrega en 24-48 horas para toda la península — Envío gratuito a partir de dos libros

Nacho Romon

Nací en Gran Canaria (Islas Canarias, España) en 1961. Desde el inicio de mi vida todo lo relacionado con las almas o las visiones del futuro fueron experiencias habituales. De niño pensé que era algo normal que les ocurría a todos los seres humanos. Con el tiempo me di cuenta de que no era así.

Mis primeros recuerdos de la infancia, poco antes de cumplir los tres años, incluyen experiencias en las que veía cosas que iban a pasar, y las contaba de forma natural como quien comenta el tiempo que va a hacer mañana. Con ocho años veía las revistas que había en casa, y le hablaba a mi madre de determinadas personas que aparecían en las fotos y que, según yo veía en su campo astral, estaban muy malitas e iban a morir. Mi madre, pocos meses después, me decía asombrada que esas personas habían muerto. A mí no me sorprendía que murieran, era su destino, más bien me extrañaba que mi madre me lo dijera asombrada.

Mi primer encuentro con una alma perdida

Confieso que la primera alma perdida que vi no me produjo inicialmente ninguna buena sensación. Yo tendría unos diez años, y quedé paralizado de miedo hasta que esa mujer blanca, transparente y en camisón me miró con una sonrisa dulce que me calmó de forma instantánea. Ese episodio y el hecho de que desde los tres años tuviera múltiples experiencias no habituales, hicieron que desde los 15 años tuviera clara mi vocación: quería ser psicólogo y entender el inconsciente humano. En aquella época había muy pocos psicólogos en España, y todos (o casi todos) trabajaban con lo que llamaban “locos”. Por ese hecho, mis padres me desaconsejaron estudiar lo que para mí era mi vocación.

Tras licenciarme, con 23 años, en Ciencias Económicas y Empresariales en Madrid

Tras licenciarme, con 23 años, en Ciencias Económicas y Empresariales en Madrid pasé a trabajar en una gran multinacional americana de consultoría en la que llegué, en pocos años, a ser gerente de proyectos. Pero mi alma seguía diciendo que esa no era mi senda. La existencia se empeñó en devolverme a mi camino, y a los 26 años comenzaron a volver las “señales” que se habían desvanecido por unos años. Cuando a esa edad curé sin querer con imposición de manos a mi esposa de una enfermedad que tenía hacía 13 años no lo pude entender, pero fue la primera señal después de algunos años de sequía y olvido de esa otra realidad.
Abandoné con 30 años mi prometedora carrera como consultor, rechazando el nombramiento inminente como socio de la multinacional, seguramente hubiera sido el socio más joven de toda Europa. Una voz interna me decía que ese no era mi camino.
Tras dos décadas trabajando en mis propias empresas de tecnología y como alto directivo de entidades financieras (los últimos 8 años simultaneando dicha labor con mi formación como terapeuta de Terapia Regresiva y, después, con mi trabajo en mi consulta de Terapia Regresiva), en 2011 decidí abandonar por completo mi camino como economista para dedicarme de lleno a aquello para lo que mi alma vino a este mundo.

El trabajo terapéutico con la Terapia Regresiva (TR)

Desde ese momento me he volcado por entero en el trabajo del alma. Me gradué en psicología, estudié hipnosis y otras técnicas que me han ayudado, en muchos casos, a recordar aquello que mi alma ya sabía.
El trabajo terapéutico con la Terapia Regresiva (TR), la terapia del alma, eleva a tu conciencia aprendizajes de otras vidas. Desde que inicié mi trabajo personal y me formé en la TR se despertaron en mí, sin haberlas estudiado o practicado, habilidades sorprendentes, tales como componer y tocar el piano, o la realización de trabajos de sanación y de desposesión a distancia. Además, se produjo un incremento en mi habilidad para ver energías desencarnadas o las propias energías que emiten los cuerpos humanos.
Este libro es fruto de mi experiencia, de los numerosos casos en los que he intervenido. No pretende ser la verdad, toda la verdad. Solo espero que estas páginas te ayuden a comprender un poco más este otro mundo que viaja en paralelo al nuestro. Cada día aprendo algo nuevo, y es fascinante comenzar a vislumbrar la profunda razón de nuestra existencia.