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Susana Hernández

Psicopatía integrada: cuando el depredador viste de cordero

21 de julio de 2025
Lectura 3 min
Narcisistas y psicópatas integrados, están entre nosotros

Los narcisistas y psicópatas integrados son, con frecuencia, las personas que se encuentran detrás de muchas relaciones tóxicas y dinámicas de maltrato psicológico. Estos individuos, a menudo, no muestran signos evidentes de agresión o violencia desde el principio; por el contrario, pueden parecer encantadores, seguros de sí mismos, seductores e incluso atentos. Sin embargo, detrás de esa fachada se esconden patrones profundamente manipuladores, carentes de empatía y orientados al control emocional del otro.

 

El narcisista integrado busca alimentar su ego a través de la validación constante, recurriendo a la manipulación emocional, la desvalorización, el gaslighting y el control sutil para dominar a su pareja o entorno cercano. Por su parte, el psicópata integrado —aquel que logra adaptarse socialmente sin cometer delitos evidentes— puede ser aún más peligroso, ya que combina un alto nivel de frialdad emocional con una gran habilidad para manipular y mentir, todo ello sin experimentar culpa ni remordimiento.

Ambos perfiles comparten una capacidad notable para detectar vulnerabilidades emocionales en los demás y explotarlas en su beneficio, generando ciclos de dependencia, confusión y desgaste psicológico en sus víctimas. Las personas que mantienen vínculos con este tipo de personalidades suelen experimentar una pérdida progresiva de autoestima, aislamiento, ansiedad, e incluso síntomas de trauma.

Reconocer este tipo de dinámicas es fundamental para poder salir de relaciones dañinas y emprender un proceso de recuperación emocional y reconstrucción personal.

 

Susana Hernández, coach y terapeuta regresiva especializada en relaciones tóxicas y recuperación del abuso emocional, nos ofrece una mirada profesional a este tipo de individuos.

Empezamos con el porcentaje de psicópatas y narcisistas en la población.

El 1-2% de la población es psicópata integrado. Es decir: 1 o 2 de cada 100 personas.

El 13-15 % de la población es narcisista. Esto es: entre 1 y 2 de cada 10 personas.

Cada vez se habla más de la psicopatía en series y películas. Y aunque parezca positivo que se visibilice, la mayoría de las veces el enfoque no solo es superficial, sino también equivocado.

Hay dos versiones bastante comunes: por un lado, el psicópata de manual, el criminal despiadado, el asesino en serie con mirada perturbadora y música de suspense. Por otro, una visión más “moderna” que presenta la psicopatía como una especie de rareza clínica, una enfermedad extraña con la que se puede experimentar, como si fuera un fenómeno científico a estudiar.

¿El resultado? Se termina creando una imagen distorsionada que no ayuda a entender la verdadera amenaza. Porque la psicopatía más peligrosa no es la que vemos en las noticias ni en thrillers oscuros. Es la que no se ve. La que se esconde detrás de una sonrisa encantadora, de un discurso brillante o de una actitud aparentemente inofensiva.

Ahí es donde entra lo que se conoce como psicopatía integrada: personas que viven entre nosotros, perfectamente camufladas, que no matan cuerpos… pero sí destruyen almas.

 

¿Qué es un psicópata integrado?

Es una persona que, a simple vista, no despierta sospechas. Suele ser alguien simpático, educado, carismático… Pero detrás de esa fachada se esconde una personalidad manipuladora, fría, sin empatía ni remordimiento. Su objetivo, aunque no nos lo podamos creer, es controlar, dominar y, a menudo, destruir emocionalmente a algunas de las personas que les rodean.

Estos perfiles no sienten culpa. No se arrepienten. Y lo que es peor: no tienen ninguna intención de cambiar. No estamos hablando de personas con heridas emocionales que reaccionan mal, sino de personas que calculan, que saben lo que hacen y les da igual. Personas que se alimentan del sufrimiento ajeno.


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El daño no siempre se ve, pero se siente

Quienes han tenido una relación con uno de estos perfiles suelen acabar completamente confundidos y deshechos por dentro. Dicen cosas como:

  • “Ya no sabía quién era”
  • “Todo era mi culpa”
  • “Me sentía agotada emocionalmente todo el tiempo”

Y no es casualidad. La psicopatía integrada actúa como una niebla mental que te va envolviendo. Empieza con la seducción, los halagos, la sensación de haber encontrado a alguien especial. Pero poco a poco aparece la crítica sutil, el control disfrazado de preocupación, las humillaciones camufladas de bromas… y lo más destructivo: el gaslighting. Ese tipo de manipulación que te hace dudar de tu memoria, tu percepción y tu propia cordura.

 

¿Se puede tratar?

Esta es una de las grandes preguntas. Y la respuesta es clara: no. No hay tratamiento para el psicópata integrado, porque se trata de una condición, no de un trastorno de la personalidad o de una enfermedad.

Además, no perciben su condición como un problema. No sienten que haya algo que cambiar. No acuden a terapia para mejorar, sino –si acaso– para seguir manipulando desde otro ángulo.

Por eso, el foco de la ayuda debe estar en otro lugar: en las víctimas. Son ellas las que llegan con ansiedad, tristeza, insomnio, bloqueo emocional, pérdida de autoestima, de energía y, muchas veces, un sentimiento profundo de vergüenza o culpa.


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Terapia regresiva: sanar desde el origen

La experiencia de haber estado bajo el control de una personalidad psicopática no se resuelve solo con consejos o técnicas superficiales. Muchas veces, la persona ha quedado tan fragmentada que no encuentra el camino de vuelta a sí misma. Ahí es donde el trabajo terapéutico profundo se vuelve esencial.

La terapia regresiva permite acceder al origen del trauma. Muchas veces, estos vínculos tóxicos reactivan heridas infantiles no resueltas. A través del proceso regresivo se puede volver a esos momentos clave, resignificarlos y liberar lo que quedó atrapado emocional y mentalmente. Es un trabajo delicado, pero tremendamente liberador. Permite recuperar la identidad, cerrar el ciclo de abuso y reconstruirse desde un lugar más sólido.

 

Poner nombre, recuperar poder

Hablar de psicopatía integrada no es exagerar. Es visibilizar una realidad que muchas personas viven en silencio. Y cuando se le pone nombre a lo vivido, se empieza a sanar. Comprender qué ocurrió, cómo ocurrió y por qué ocurrió es el primer paso para salir del bucle de confusión y sufrimiento.

 

Autora del artículo: Susana Hernández, coach y terapeuta regresiva especializada en relaciones tóxicas y recuperación del abuso emocional. www.susanahernandez.com

Para contactar con Susana: hola@susanahernandez.com

 

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