Una conversación sobre el alma femenina de lo sagrado

En esta entrevista íntima con Jean-Charles, el escritor y místico francés Daniel Meurois comparte el trasfondo y las revelaciones de su obra Sous le voile de Meryem (Tras el velo de Meryem).
El encuentro tuvo lugar en Québec, pocos días después de la publicación del libro, y nos abre una ventana hacia la vida espiritual de Meryem, la madre de Jeshua (Jesús), tal como aparece en la memoria akásica.

El origen de un libro revelador

Daniel Meurois explica que la idea de escribir el libro no surgió de él mismo, sino de una propuesta interior de sus guías espirituales.
Antes de adentrarse en la vida de un ser de tan alta dimensión, debía obtener su consentimiento a nivel del alma: “Conectar con la memoria de Meryem es entrar en la intimidad de un ser que transformó la historia de la humanidad.”

Para él, el objetivo no es añadir una historia más a los Evangelios, sino devolver presencia y humanidad a la figura de la Madre Divina, tantas veces relegada a un segundo plano por la visión patriarcal de la Iglesia.

La dimensión femenina del Divino

Según Meurois, Meryem representa la compasión y la ternura llevadas a su expresión más pura.
Su relación con Jeshua no fue solo la de madre e hijo, sino la unión de dos mitades del mismo Espíritu, dos expresiones complementarias de lo masculino y lo femenino del Creador.

Esta gemelidad de almas constituye uno de los ejes centrales del libro. En palabras del autor: “Era una fusión de propósito y de conciencia. No es amor humano: es el Amor primordial manifestado.”

Meryem, la guardiana del fuego sagrado

Desde su infancia, Meryem fue iniciada en la tradición esenia como paloma, una niña encargada de mantener el fuego sagrado del templo.
A través de esta discipl

ina aprendió el lenguaje del fuego, símbolo de la luz divina que nunca se apaga.

Aquella enseñanza marcó toda su vida: incluso cuando fue esposa y madre, siguió siendo la portadora del fuego interior.

Su relación con José, el gran sacerdote de la fraternidad esenia, fue de respeto y comprensión mutua, aunque él reconocía en silencio la grandeza espiritual de su esposa.

Más allá de la historia: una mujer cósmica

Tras la crucifixión, Meryem vivió en Éfeso junto al discípulo Juan. No fundó iglesias ni predicó dogmas; simplemente testificaba la presencia del Amor encarnado:

“Conocí a un ser que irradiaba Amor, y vengo a testimoniarlo.”

Para Daniel Meurois, Meryem fue un avatar. Su paso por la Tierra culminó con una ascensión consciente, una fusión espiritual con Jeshua en la Fuente.
“Era una mujer consciente, humilde, pero capaz de enfrentarse a las fuerzas de la oscuridad con una luz interior inquebrantable”, afirma el autor.

La herencia de Isis y la conciencia estelar

Uno de los aspectos más sorprendentes del libro es la revelación de la memoria de Isis dentro de Meryem.
Daniel Meurois explica que ella era una reencarnación de la Madre cósmica egipcia, una conciencia estelar que trajo de nuevo a la Tierra el principio femenino divino.

“Seré por siempre vuestra Dama del Fuego”, escuchó Daniel durante la escritura, refiriéndose al fuego sagrado que ella custodiaba desde niña.

El símbolo de Isis con el niño sobre las rodillas se transforma así en la raíz arquetípica de la Virgen y el Niño del cristianismo.

La enseñanza universal de Meryem

La alegría fue una de sus enseñanzas esenciales. No como diversión, sino como estado interior de comunión con el Amor divino.
Su oración era entrega: “Que se cumpla lo que debe cumplirse, y yo me pongo enteramente a tu servicio.”

En su humildad, Meryem mostraba que la divinidad puede vivirse plenamente en la experiencia humana. Fue madre, esposa, maestra y discípula.
Su vida demuestra que la espiritualidad no está reñida con la carne, sino que la ilumina.

Un mensaje para el alma contemporánea

Daniel Meurois concluye que Tras el velo de Meryem es un libro adelantado a su tiempo, destinado quizá a lectores del futuro.
Su deseo es que afine la sensibilidad del corazón y del alma y despierte en cada persona la consciencia del fuego sagrado interior.

“Meryem fue una mujer divina porque fue plenamente humana.”

Libros relacionados