Entrega en 24-48 horas para toda la península — Envío gratuito a partir de dos libros *

Juan José López Martínez
Las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM) y la terapia Regresiva
30 de abril de 2025
Lectura +10 min
Juan José López Martínez médico de urgencias experto en Terapia Regresiva y ECM. Ha realizado más de 7.000 regresiones documentadas.

La Terapia Regresiva y las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM) se entrelazan en esta profunda charla con el médico de emergencias Juan José López Martínez, uno de los mayores expertos en el tema. A lo largo del encuentro, conoceremos las situaciones —a veces desconcertantes— que ha enfrentado en sus 25 años como terapeuta, incluida una ECM que vivió en primera persona.

Empecemos por el principio, ¿por qué ese interés inicial en la terapia regresiva (TR) y en las experiencias cercanas a la muerte (ECM)?

Yo empecé en el camino de la terapia transpersonal pero como médico había algo que me atraía mucho y era saber qué pasa, si es que pasa algo, en el proceso de la muerte.  Cuando te adentras en este campo vas descubriendo poco a poco que cuando llega el momento el ser humano es cuando más necesita de la presencia de su médico, de su bata blanca. ¿Por qué? Porque ha estado toda la vida con él luchando contra las enfermedades que haya podido tener, siempre ha sido su dique seco, el momento en que descansa le da tranquilidad. En cambio cuando llega el momento de la muerte se encuentra que, la mayoría de las veces, no todas me imagino, se encuentra con que está solo y enfrentar la muerte solo creo que no puede ser muy agradable.

Entonces, ¿por qué se encuentra solo? Porque lamentablemente el médico piensa que su paciente se está muriendo de algo que no tiene remedio y que él ya no tiene medios para ayudarle. De alguna manera piensa que es el fracaso de la medicina, “no puedo salvar a este”. Esto es un error, en ese momento lo que tienes delante es al ser humano no a la enfermedad y el ser humano que yo sepa se compone de dos partes, una es el cuerpo físico y otra es el alma. Una vez que llega el ser humano al momento de la muerte, ¿qué hay? En ese momento, ¿quiénes están? Los dos protagonistas, el cuerpo físico y el alma. Cuando pasa el proceso de la muerte, ¿a quién le preguntamos? porque los dos que mejor saben qué ha pasado son los dos protagonistas pero al cuerpo le preguntas y este no te responde… ¿y el alma? ¿Dónde está el alma?

Yo pude ver que mediante la terapia transpersonal podías entrar en contacto con el alma del paciente y poder preguntarle. Cuando el paciente está en estado regresivo es capaz de contarte con todo detalle qué pasó cuando estaba en el vientre de mamá o qué pasó en el nacimiento o qué pasó en aquel hecho desagradable que sufrió cuando era un niño… Hay experiencias en la que el propio paciente se pone a desarrollar una historia, repito en estado regresivo, y cuando tú como terapeuta le preguntas oye, ¿esto qué es? El paciente te dice con toda naturalidad “esto es una vida pasada mía”. El terapeuta que atiende al paciente ese estado regresivo si tiene que tener algo entre otras condiciones es una mente absolutamente abierta, porque si no la tienes vas a tener un problema. Vas a tener límites.

Una vez que te dice estoy en una vida pasada, hay una norma de oro en esta terapia y es nunca vas a dar por acabada o por terminada una sesión de vida pasada hasta que no reviva la muerte en esa vida pasada. Yo me encontré con la grata sorpresa de que, primero, pacientes que no saben medicina, que no son profesionales sanitarios, son capaces de decirte con toda claridad y actitud los síntomas de esa muerte que dicen que están sufriendo en esa vida pasada. Cada tipo de muerte tiene una sintomatología diferente, ellos son capaces de describirla como si estuviesen leyendo el libro. Esto a mí me llamó la atención muchísimo porque son infalibles cuando empiezan a contarte esto.

Lo más llamativo es que cuando sigue viviendo el fenómeno o el proceso de la muerte, te dicen en un momento determinado “estoy viendo mi cuerpo”. Seguido a esto, como tú lo único que haces es acompañarlo y decirle “muy bien, sigue, sigue”, seguido a esto te dicen “estoy viendo una luz”, “estoy viendo seres de luz” o “estoy viendo entre los seres de luz a alguien que conozco, familiares, amigos” y cuando yo les insisto mucho mucho y le digo “pero, ¿qué es la luz? porque son muchos miles de regresiones de las que tengo la suerte de haber acompañado en estos 24 años y he visto personas de diferentes creencias religiosas y todos, al 100% te dice “la luz”, todos. Resumiendo, al 100% te dicen “estoy viendo mi cuerpo” al 100% te dicen “estoy viendo una luz” la gran mayoría como un 80 y tanto por ciento cuando están en esa luz reconocen a seres queridos suyos y el 100% cuando les insistes “¿qué es la luz?” te dicen que no encuentran las palabras adecuadas para explicarte qué es la luz, pero “lo que sí te puedo decir es que aquí se siente un amor y se siente una paz como nunca antes yo he sentido”. Esto es impresionante, porque es el 100% de los pacientes.

Cuando seguí explorando este camino empecé a encontrarme pacientes que han tenido ECMs y lo que más me llamó la atención al escucharlos fue que te dicen “he visto mi cuerpo”, “he visto una luz”,  “he visto seres de luz” o  “he visto seres de luz entre los que reconozco a alguien” y “aquí se siente una paz y se siente un amor como nunca antes he sentido” y además tienen la inefabilidad para expresar lo que están viviendo. Es decir, el paciente de ECM me está contando lo mismo que me ha contado el paciente en regresión cuando revive la muerte de una vida pasada, exactamente lo mismo.

Cuando sigues caminando y te acercas al enfermo terminal, al que ya no tiene ECM sino que ya se muere. Si antes de morir te puedes acercar a él y él te admite como interlocutor válido, es decir, la persona adecuada para poderle contar lo que me está pasando y lo que estoy viendo, te encuentras con la sorpresa que te dicen exactamente lo mismo que los dos anteriores. Y alguno pensará, “bueno pero si no se ha muerto, ¿te dicen ‘estoy viendo mi cuerpo’? Sí, son muchos los casos de moribundo que te dicen “ayer vi mi cuerpo, me salí de mi cuerpo porque aquí hay un ser que me está esperando y me llevó a ver el lugar donde voy a ir cuando deje el cuerpo porque sabe usted doctor, la muerte no es el final, simplemente se muere mi cuerpo”.  Y de esto yo he podido ser testigo.


El primer libro español que aborda las ECM desde la investigación médica.

El primer libro español que aborda las ECM desde la investigación médica.

 

El primer libro español que aborda las ECM (Experiencias cercanas a la muerte) desde la investigación médica. El Dr. Juan José López Martínez  nos ofrece una recopilación de historias de E.C.M. narradas por las personas que las han vivido.

En las catorce experiencias cercanas a la muerte recogidas en este libro y narradas por sus propios protagonistas, constatamos que el Alma/Conciencia abandona el cuerpo físico y a menudo puede contactar con frecuencias o estados más elevados, sin verse entorpecida por la materia, la distancia o las nociones de pasado y futuro.

 

 

 


Aquí tenemos inesperadamente la respuesta a una de las grandes preguntas del mundo de las ECM, ¿por qué no todo el mundo vive una ECM tras una parada cardíaca? En realidad la respuesta de Juanjo es aún más profunda, “en la muerte definitiva todos viviremos una ECM como inicio del proceso de morir. En las situaciones fisiológicas críticas, quizá en un gran porcentaje, no se inicie ese proceso o simplemente no se recuerde después por razones meramente fisiológicas o farmacológicas pero en la muerte definitiva el proceso que se vive es el proceso de una ECM.

¿Qué es exactamente la Terapia Regresiva (TR)?

En estado regresivo durante la terapia hay una condición indispensable y es que el paciente tiene que estar consciente, sí o sí. ¿Por qué? Porque el fin principal de esta terapia es hacer consciente lo inconsciente, a nivel físico, a nivel emocional y a nivel mental. Pero por otro lado, el consciente que está como testigo, observa la experiencia que presenta el alma, que ofrece la experiencia donde está el origen de aquella emoción cuyo origen desconoces. El consciente que está mirando dice “esta forma de vestir, este un calendario o un diario (o cualquier elemento que le ayude a localizarse cronológicamente)” es la época del siglo XVIII o es la época de los romanos… pero eso son conclusiones a las que está llegando el consciente solamente. Pero en realidad, ¿dónde está la experiencia, está en la edad media sin resolver? No, la edad media ya no existe, la edad media es pasado, el siglo XVIII es pasado… el pasado ya no existe. ¿Cuándo existió el pasado? Cuando fue presente.

Ahora solamente hay presente pero en este presente, ¿quién está? El alma y este cuerpo actual en el cual está mi alma. Mi alma estuvo en cuerpos anteriores y uno de ellos fue esa experiencia que dice que es la Edad Media y que está sin resolver. ¿Por qué está sin resolver? Porque es una experiencia inconclusa en la que llegó el momento de la muerte, murió el cuerpo y siguió el alma, por eso ahora está aquí encarnada. Sin embargo, la carga emocional que quedó sin resolver de aquella experiencia una vez que se murió el cuerpo,  ¿dónde se quedó adherida? Al alma.

Mi alma está aquí con disturbios emocionales sin resolver que son derivados de experiencias inconclusas anteriores pero está aquí conmigo, dejó de estar en la Edad Media. Todas estas experiencias sin resolver, estos disturbios emocionales, los tiene latentes. Esto quiere decir que si ahora estando en este cuerpo yo tengo una experiencia, una vivencia similar, a la que en su origen provocó aquellos disturbios emocionales esto se activa y ahí viene el problema. Se activa y yo siento una serie de emociones, sensaciones e incluso síntomas que la medicina alopática me analiza una y otra vez y llega una conclusión, “a ti no te pasa nada, no encuentro origen orgánico a esto”. Entonces tú cuando insistes porque tienes un miedo ante esta situación y una angustia el doctor te responde que no te encuentra nada, así que te dice, “mira, lo tuyo es psicosomático”. Fíjate que el médico alopático en ese momento está diciendo la verdad, lo que pasa es que no sé hasta qué punto tiene conciencia de la verdad que está diciendo. Cuando dice “lo tuyo es psicosomático”, si lo analizamos bien, ”psique” en griego significa alma, que significa mente ya lo decía Aristóteles. Le está diciendo al paciente “el origen de lo que a ti te pasa está en tu alma”.

La regresión en sí, ¿en qué consiste? Lo único que hace el alma es desde este presente mostrarte la experiencia en la que se produjo aquello y que está sin resolver y desde este presente la resuelves y haces consciente lo inconsciente. Yo siempre utilizo un símil: hacer una regresión es como buscar en un baúl. Todos tenemos un baúl en casa donde se han ido guardando cosas, cuanto más grande es el baúl más cosas tiene, y dices de pronto “voy a buscar aquello que tiene que estar en el baúl”. Para buscar algo en el baúl, ¿conoces a alguien que agarre el baúl y lo traslade de un sitio a otro? O simplemente levantas la tapa, metes la mano y vas buscando buscando hasta que encuentras aquello, que puede estar en el fondo más profundo del baúl, pero está. Esto es una regresión, no hay que mover el baúl, solo hay que abrirle la tapa.

Es inevitable preguntarse por la fiabilidad de las experiencias o las visiones que tiene un paciente en ese estado regresivo. Aunque Juan José López no usa la hipnosis, a veces se han propuesto explicaciones como que en estos estados la mente rellena los huecos de la memoria con construcciones generadas en su interior. ¿Hasta qué punto lo que ve y experimenta un paciente durante una regresión es una creación de su mente en ese estado? En una conversación posterior con Juanjo, lamentablemente no recogida en esta entrevista, le pregunté directamente sobre este punto. Qué porcentaje de lo que vive un paciente durante una regresión cree él que se corresponde con la realidad. Su respuesta fue inmediata, Juanjo está convencido de que el 100% de lo que viven es exactamente lo que ocurrió. Así lo corroboran, por ejemplo, las madres que asisten como oyentes a una regresión de sus hijos, cuando les oyen revivir escenas que ocurrieron durante su embarazo. Él las ha escuchado muchas veces decir “¿Cómo es posible que se acuerde de eso sin ni siquiera yo misma me acordaba?”.

Además Juanjo ha tenido varios casos en los que los pacientes han conseguido confirmar detalles concretos de vidas pasadas conocidos durante una regresión. Uno de estos casos fue el siguiente; hace un tiempo recibió en su consulta a una mujer y un hombre que venían a hacer una regresión cada uno, ambos eran pilotos comerciales y compañeros de trabajo. Pasó al principio la mujer ella, desde muy pequeña siempre había querido ser piloto mostrando una facilidad inusitada en sus estudios, de hecho, había completado en un año la formación que suele durar tres y durante el estudio de temas como la mecánica siempre tuvo la sensación de estar recordando conceptos más que aprendiendolos. Durante su regresión revivió una supuesta vida pasada en la que había sido hombre y piloto en la segunda guerra mundial. Estaba volviendo a su base cruzando el Canal de la Mancha con su “pájaro dañado”, como ella lo llamó. Juanjo decidió preguntarle por algunos detalles concretos que ella fue respondiendo, el año en el que estaban, su nombre y apellido en aquella vida, la base aérea de la que había salido e incluso la matrícula del avión. Ella relató angustiada como al intentar salvar el pájaro se precipitó hacia el mar y murió. La regresión se enfocó entonces en la terapia en sí y al cabo de un tiempo terminó. La mujer salió del despacho de Juanjo y decidió esperar en la sala de espera a que su compañero terminase su regresión. Al cabo de unas dos horas Juanjo y el piloto acabaron y salieron a la sala de espera, allí estaba la mujer mirando a su móvil y blanca como la cera. “¿Qué te pasa?” Ella sin decir palabra, mirándole fijamente le pasó el móvil a Juanjo. Había accedido a un registro histórico de aviación internacional y había encontrado la ficha de un joven piloto fallecido en el Canal de la Mancha durante la Segunda Guerra Mundial. Todos los datos coincidían, nombre y apellidos, base aérea de origen, año de fallecimiento y hasta la matrícula de su último avión.

Como dice Juan José López, el universo se ocupa de todo y se ocupó de que él no sólo fuese espectador del proceso de morir de los demás sino que viviese en primera persona una ECM… ¿Cómo fue aquel episodio y qué significó para ti?

Para mí fue algo maravilloso. Lo viví intensamente y yo mismo me extrañé en muchos momentos de cómo reaccionaba con esto. Yo estaba trabajando, los últimos años no estuve en urgencias, estuve en el servicio de codificación. Tenía dos pantallas de ordenadores y estaba sentado con los antebrazos encima de la mesa y de pronto mi brazo izquierdo cayó de la mesa abajo, pero bruscamente. Intenté recuperarlo pero no me obedecía y pensé “qué raro esto”, e inmediatamente la pierna izquierda igual, noté que se vino abajo. Empecé a sospechar… “esto tiene pinta de ictus”. Al momento siento que por la comisura bucal me cae saliva y con la mano derecha, que estaba sana, la quité para verla y dije “sí, esto es saliva”. En ese momento ya me diagnostiqué, y pensé “esto normal”, es un ictus. Lo “normal” es que un ser humano ante esa situación se asuste.

Estaba en un habitáculo donde éramos 8 personas y el único médico era yo. En ese momento lejos de asustarme, sentí una gran seguridad, una gran claridad para todo. Miré para que no me vieran y con la mano derecha agarré la mano izquierda, que estaba abajo colgando, y la metí en el bolsillo de la bata, porque así lógicamente ya no se nota el penduleo que hace. Me puse de pie en el mismo sitio y probé la pierna izquierda y vi que dando pasitos muy cortos podía valer. Me incorporé al pasillo e intenté alargar el paso pero vi que no podía, era imposible, arrastraba la pierna. Entonces a pasito corto anduve hasta que llegué al final y me enfrenté al pasillo central de urgencias. Este pasillo enorme por el que ha pasado no sé cuántas veces… y curiosamente aunque eran las 11 de la mañana estaba desierto. Hice otro tramo y llegué a la primera puerta del consultorio.

La abrí y mi compañero que estaba allí sentado, solamente al abrir la puerta —ten cuenta un compañero con una experiencia de 30 años en urgencias, un tipo con mucho ojo clínico— nada más verme me dijo, “Juanjo, ¿qué te pasa?”. De hecho tenía una paciente y le pedí por favor que saliera un momento que tenía que pasar yo. Me sentó en la camilla y dijo, “Juanjo, ¿qué te pasa?”,  entonces hablé y le dije “que me está dando una trombosis… [con voz temblorosa y mala dicción]”. Más o menos es como hablas cuando tienes la disartria. Él se puso nervioso y me dijo “¡no te preocupes, no te preocupes!” y yo le dije “no yo no me preocupo”. Él me dijo entonces “venga te voy a llevar a las camas”, me agarro del brazo izquierdo, el decadente, y me llevó unos 25 metros hasta el área de camas. Cuando llegamos allí pidió una cama y le dijeron que no había camas, entonces pidió por favor que buscaran una cama. Se pone delante de mí me agarra y me dice “detrás de ti tienes un sillón, no te preocupes que yo te sujeto. Siéntate en el sillón”. Yo me senté en el sillón y antes de que llegara a la cama vinieron dos compañeros más de urgencias y al ver a este compañero le preguntaron que qué hacía allí. Él dijo “mira a Juanjo”, ellos dijeron “¡anda! ¿pero qué le pasa a Juanjo?” y se pusieron los tres delante de mí. El primero que me vió le explicaba a los otros, señalando con el dedo “mira, mira aquí, mira la parálisis facial, mira la desviación de comisura, mira la apariencia que tiene un brazo…” y todos los signos. Yo te puedo decir que visto desde la óptica del paciente, el dedito ese molesta. Te sientes como un pez en una pecera, con ese dedito de médico explicándole a los otros lo que estás viendo, ahí tomé conciencia de que yo había utilizado el dedito otras veces…

Cuando los veo que están así me dirijo a ellos y les hablo y les digo “oye escuchadme un momento, no preocuparos, que yo de esta salgo. No poneros nerviosos” y veo que siguen a lo suyo. Entonces yo les vuelvo a repetir todo y hay una cosa que a mí me llama mucho la atención, una cosa positiva, que ya no tengo disartria. Yo estoy hablando con toda claridad, se lo repito por segunda vez y ellos siguen a lo suyo. Entonces me doy cuenta… de que sí que hablo con claridad, pero estoy hablando desde el alma no desde el cuerpo. Por eso no tengo disartria y cuando tomo conciencia digo “¡ostras estoy hablando desde el alma!” e  inmediatamente me pregunto dónde está mi cuerpo, me giré hacia la izquierda y ví que mi cuerpo estaba a mi lado. En el sillón estábamos dos, mi cuerpo y yo.

Con lo cual ya entendí todo, dije “bueno, para que me escuchen tengo que hablar a través del cuerpo”, tras esto hice un movimiento hacia atrás y hacia la izquierda y me introduje en el cuerpo. Fui a decir lo mismo que acaba de decirle pero desde el cuerpo y cuando intenté hablar me encontré que mi cuerpo ya no hablaba, soplaba, lo que se llama el signo del fumador de pipa. Cuando este signo aparece en un ictus es signo de que el ictus es fuerte, sea hemorrágico o no sea hemorrágico es fuerte.

Con esa información de mi consciencia (con ese) me vuelvo otra vez fuera del cuerpo de forma voluntaria. Entonces en modo conciencia,porque la conciencia acaba de recibir de la consciencia la información de que esto es grave, fue cuando yo empiezo a hablar conmigo mismo y decir “bueno me parece que si ese hemorrágico me quedan cuatro o cinco minutos osea que ha llegado el momento, si ya ha llegado el momento de marchar no pasa nada, me marcho, ya está”. Cuando tú aceptas que te marchas la paz que sientes, eso te puedo garantizar que yo no lo he sentido jamás en mi vida. Es un bienestar, es una paz… es algo indescriptible.

Lo que pasa ahora es algo simultáneo, pasa todo a la vez, pero yo lo voy a contar por partes porque nosotros no podemos hacerlo así, pero a nivel de conciencia, a nivel de alma pasa todo a la vez. Es decir, cuando yo estoy diciendo “acepto que me voy” de pronto reacciono y digo “no no, un momento, yo no me puedo ir. Apenas he hecho nada de lo que he venido a hacer, tengo todavía que escribir más libros, tengo que dar más charlas, tengo que acudir a más congresos… no, yo no puedo irme todavía. Apenas he difundido el mensaje de lo que es el alma, de lo que es la inmortalidad, de que somos seres inmortales… no no, yo no me puedo ir”. Cuando yo estoy con eso a la vez, a mi derecha hay un ser de luz que yo me giro y veo que está ahí, de  1,75m, pelo castaño, ojitos claro, con una túnica blanca. Me hace un movimiento [un gesto con la mano] y delante de mí aparecen como si fueran fotogramas de momentos de mi vida actual a una velocidad increíble.

Alguien puede pensar, “bueno esa velocidad ni te enteraste”, no, aunque iba a una velocidad increíble, yo era capaz desde mi conciencia de verlo con toda tranquilidad cada detalle de aquello. Iba a una velocidad increíble pero desde mi consciencia lo veía con toda calma y a la vez de eso es cuando siente una presencia detrás de mí. Aquel no medía un metro setenta y cinco, aquello era enorme. No me giré para mirarlo, tuve bastante con sentirlo, sentir un ser enorme detrás de mí, con una fuerza enorme… aquel ser enorme me dijo “tú decides”. Solamente me dijo eso, pero cuando a mí me llega ese mensaje, la seguridad total que se siente de que lo que tú digas es lo que va a pasar es indescriptible.  Es un mil por cierto, estás absolutamente seguro. Sientes el poder, sientes que el poder está en ti y con esas dos palabras, “tú decides” lo único que me ha recordado es que yo tengo el poder, no tengo que entregárselo a nadie. Entonces dije, “como yo decido, decido que me quedo, pero mi cuerpo tiene que estar absolutamente sano ya. Ya, no dentro de… no, completamente sano ya”. En ese momento en que yo digo “ya” es cuando mis compañeros me agarran y me dicen que la cama ya está aquí. Entonces me llevan y me ponen en el margen izquierdo de la cama sujetándome ellos y a la vez que estamos ahí llegan dos neurólogas al margen derecho de la cama. De las dos neurólogas una empieza a dar palmas diciendo “haber, ¿qué pasa aquí? A Juanjo lo quiero ya en la cama, pero ya. ¡Que tengo que explorarlo!”.  Fue en ese momento cuando yo me giro hacia ella y le digo “¿me acuesto vestido o me quito la ropa?”. Y dice mi compañero “Juanjo que estás hablando claramente, ya no tienes disartria”. Le dije “¡llevas razón!, suéltame el brazo” y moví el brazo y me di cuenta de que ya podía moverlo libremente, y moví la pierda y también me respondía. Pude quitarme la ropa y acostarme yo solo. Estaba acostado, con el médico de urgencia a un lado y las dos neurólogas al otro lado. La neuróloga me hizo una exploración que ni te cuento… y cuando acaba levanta la mirada y mira a los médicos de urgencias y les dice “osea que yo me tengo que creer que hace 15 minutos o 20 minutos Juanjo tenía un ictus, y ¿por qué me lo tengo que creer?”. De aquellos tres tomó la voz cantante el primero que me vio y dijo pues sí porque paso esto y esto y esto… todo lo hemos visto los tres y además él cuando llegó mi consultorio me dijo tengo un ictus. Cuatro médicos estamos de acuerdo. Ella se me quedó mirando a mí me dijo “mira escuchame Juanjo, si yo no hubiese escuchado lo que acabo de escuchar, te diría ‘levántate vístete y vete a tu casa, que a ti no te pasa nada’, pero ante esto yo tengo que ingresarte y tengo que hacerte pruebas”. Estuve cinco días ingresado, me hicieron TAC de simple, TAC con contraste, resonancia magnética simple, resonancia magnética con contraste, ecocardiograma, analíticas, etc. todo, absolutamente todo era normal. No tenía ni una huella de haber pasado un ictus.

—Extracto de la entrevista realizada por Alejandro Aguado.

Agradecemos a Alejandro Aguado esta maravillosa entrevista donde profundiza en diferentes aspectos de la terapia regresiva. Podéis continuar disfrutando de esta entrevista en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=R6U9P6oQ1bU.

 

Libros recomendados para profundizar en la Terapia Regresiva del Dr. Juan José López Martínez

El alma en la experiencia cercana a la muerte: Del Dr. Juan José López Martínez. El primer libro español que aborda las ECM (Experiencias cercanas a la muerte) desde la investigación médica. El Dr. Juan José López Martínez  nos ofrece una recopilación de historias de E.C.M. narradas por las personas que las han vivido.

La respuesta está en el alma: Del Dr. Juan José López Martínez. Un testimonio sincero y riguroso sobre la evidencia de la existencia del alma, la concepción de la vida y del ser humano. Una sorprendente y esclarecedora guía que nos ayudará a comprender y sanar el camino de vida de nuestra propia alma.

El Eterno presenta del Alma: Del Dr. Juan José López Martínez. Una obra significativa y sanadora que muestra el Eterno Presente en el que vive el alma, qué es el proceso de la muerte y que esta no es el fracaso de la medicina. Todos los seres humanos poseemos la capacidad natural de estar en estado expandido de conciencia y entrar en regresión. En regresión, nuestro cerebro analítico cree que retrocedemos, pero no retrocedemos a lugar ni época alguna, ya que todo lo que necesitamos sanar está en el Eterno Presente del Alma.

Sigo a vuestro lado: El Dr. Juan José López Martínez comparte experiencias reales de padres que han perdido un hijo. La comprensión de que «un alma no muere» abre un tipo de comunicación que genera paz y esperanza. Una vez más, Juan José López rompe esta barrera que hay entre la vida y la muerte y nos enseña por una rendija que EL ALMA ES ETERNA… tan eterna como el AMOR.

VALORAMOS MUCHO TU OPINIÓN

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

PUEDE QUE TAMBIÉN TE GUSTE

Terapia Regresiva: sanando traumas del pasado

Terapia Regresiva: sanando traumas del pasado

La Terapia Regresiva es un enfoque terapéutico que permite a los individuos explorar experiencias pasadas con el fin de sanar traumas y bloqueos emocionales. Aunque se utilizan técnicas como la hipnosis y la relajación profunda para acceder a recuerdos olvidados, en este artículo nos enfocaremos en el estado expandido de conciencia que permite a la persona acceder al trauma no resuelto de forma natural.

Personas altamente sensibles o PAS: comprendiéndolas y apoyándolas

Personas altamente sensibles o PAS: comprendiéndolas y apoyándolas

Las personas altamente sensibles (PAS) son individuos que experimentan el mundo de manera diferente debido a su alta sensibilidad. Este rasgo de personalidad les permite procesar la información de manera más profunda y tener una percepción aguda de su entorno. Este artículo explorará el concepto de alta sensibilidad y sus características principales.